Ya estamos en pleno verano y parece que el tiempo va acompañando estos últimos días. Lua ha disfrutado de una pequeña piscina que monté en la terraza y se ha bañado en la playa.
Cuando la he llevado otras veces sólo se quedaba en la orilla y no avanzaba si no tocaba suelo, hasta hace un par de días... Con el bikini puesto cogí a Lua y nos fuimos a la playa. Cargué con una pelota de tenis para motivarla a entrar si hacía falta, pero no la necesité. Al entrar yo, Lua comenzó a ladrar y lloriquear; quería entrar pero le daba miedo. Hasta que dio el saltito y comenzó a nadar. Fue un momento muy especial, pues mostró que confía en mí tanto como para superar su miedo. No hicieron falta ni pelotas ni ninguna otra cosa para que entrase. No había otro perro dentro que la animase a entrar. Lua entró porque confiaba en mí, sabía que conmigo nada podía pasarle, y eso es impagable.
Eso sí, cuando llegamos a casa, se echó a dormir hasta el día siguiente como unas 10 horas seguidas!! Y es que esto de la playa, nadar y tantas emociones la dejaron cansadísima :)
Lametazos remojados
